En Izquierda Unida, leemos con indignación la decisión de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias de aceptar el criterio de un tribunal médico, no de una evaluación educativa, y expulsar de la carrera docente, a dos profesoras con discapacidad visual y auditiva. Llamamos a los responsables de Educación del Gobierno canario a reconsiderar esta resolución en ambos casos, más allá de la anulación provisional pendiente de dictamen judicial de una de ellas.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 busca asegurar una educación de calidad integradora y equitativa. Para ponerlo en práctica es imprescindible la participación de las personas con discapacidad en la educación normalizada.
Contar con un sistema educativo inclusivo es un objetivo fundamental para avanzar en una sociedad justa e igualitaria. Y el único camino para garantizar la participación plena de las personas con discapacidad en la sociedad.
El enfoque que siempre se ha dado a la educación inclusiva se ha centrado principalmente en los niños y niñas, y en franquear su acceso al sistema educativo en condiciones de igualdad.
Pero las desigualdades del entorno laboral educativo, especialmente para el profesorado con discapacidad, rara vez se abordan en el diseño, la formación o el desarrollo profesional.
De acuerdo con la *Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas*, “las personas con discapacidades incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales (como de audición o visión) a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás.
Una comunidad educativa inclusiva empieza con el ejemplo que suponen los docentes con discapacidad, pues la presencia de docentes con discapacidad en la clase, igual que la del alumnado, pero un una medida muy superior -al ser el docente un adulto de referencia-, genera un impacto positivo para la creación de aulas inclusivas, convirtiendo su sola presencia en un factor de cambio.
Los docentes con discapacidad no sólo abren las puertas de la inclusión, sino que redefinen lo que significa aprender y convivir con la diversidad. Para transformar el futuro, es fundamental que las políticas educativas no solo piensen en la inclusión del alumnado, sino también en la de los maestros y maestras que, desde su experiencia, enseñan empatía y cambian percepciones profundamente arraigadas.
