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Alianza feminista para vencer al patriarcado

El calendario nos vuelve a poner frente al 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de las Violencias hacia las Mujeres. Se celebra desde 1999 y gracias al crecimiento del movimiento feminista a nivel mundial, a la alianza feminista de ‘si nos tocan a una nos tocan a todas’, ha alcanzado avances relevantes en los que la visibilidad y conceptualización de su carácter estructural han sido fundamentales para los logros conseguidos. Pero aún nos queda mucho camino por recorrer para conseguir los objetivos necesarios para erradicar todas las violencias que sufrimos las mujeres. En este camino resulta fundamental esa alianza feminista para alcanzar ser libres y transformar la sociedad.

En nuestro país, los avances a través de la unión de la acción feminista han tenido una fuerte reacción liderada por la ultraderecha y el resto de partidos no progresistas, que quisieron aunarse bajo el paraguas de un falso feminismo liberal, que no lo es porque no señala los privilegios que impiden la igualdad real. Los principios del feminismo son totalmente contrarios a perpetuar los privilegios y beneficios que la alianza entre patriarcado y capitalismo otorga a unos pocos. Por eso, desde IU mantenemos alzada nuestra voz y dirigimos nuestra lucha contra la violencia machista que se ejerce para mantener nuestra explotación y nuestro rol en la sociedad. Recordamos que las mujeres y los trabajos de cuidados debemos estar en el centro del cambio estructural que necesita nuestra sociedad.

Los discursos negacionistas y la desinformación de algunos alegatos políticos, de determinados medios de comunicación o en las redes sociales alimentan un marco de pensamiento contrario al feminismo. El crecimiento del discurso de odio hacia el movimiento feminista se refleja en los datos sobre el aumento de quienes niegan que existen violencias hacia las mujeres por el hecho de serlo. Nos preocupa que sea la juventud uno de los colectivos en que más ha calado este mensaje, con un 40% que identifica la violencia de género con un invento ideológico.

Esta deslegitimación del movimiento feminista pretende dificultar que tomemos conciencia de la violencia física y sexual, y también aumenta la invisibilidad de violencias mucho más difíciles de distinguir y percibir, como la económica, la vicaria, la institucional, la mediática, la psicológica, la patrimonial o la social. Buscan que retrocedamos, pero no lo van a conseguir porque seguiremos confrontando juntas en la calle como lo estuvimos frente a la ley de Gallardón.

El terrorismo machista sigue asesinando mujeres, sigue dejando niñas y niños huérfanos, pero no solo nos matan a nosotras, la violencia vicaria mata a nuestras hijas e hijos. Desde IU manifestamos que es imprescindible incidir contra esta violencia para proteger las vidas de las y los menores. No ha bastado con reconocerlos víctimas también de las violencias machistas cuando la patria potestad sigue estando por encima de su seguridad. Un maltratador nunca puede ser un buen padre.

Nuestros cuerpos siguen siendo campos de batalla en multitud de frentes, pero donde la violencia sexual es su máxima expresión; una violencia respaldada por la cultura de la violación que prima el deseo de los hombres sobre la integridad de las mujeres y culpabiliza a las mujeres de esta situación. Cada cuatro horas una mujer es violada en España.

La última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer publicada por el Ministerio de Igualdad constata el impacto estadístico de la violencia sexual y cómo los estigmas y estereotipos son aún la norma. Solo el 8% de las mujeres que sufren agresiones sexuales fuera de la pareja acude a los juzgados, a la Policía o la Guardia Civil. La mayoría de agresores –el 99,6%- son hombres, un 60% de la violencia sexual la cometen conocidos, amigos o familiares, y si hablamos de violación, el porcentaje sube al 80%.

Además, el 40,3% de quienes sufrieron violencia sexual o el 20,6% de las mujeres que fueron violadas no denunciaron por vergüenza. La violencia sexual sigue estigmatizando a las mujeres y se acentúa cuando el agresor es conocido. No denunciar no supone solo que muchas mujeres dejen de recurrir a la justicia, sino que tampoco acceden a los recursos de ayuda disponibles. Incorporar el consentimiento es la clave para confrontar la cultura de la violación y alcanzar una justicia con conciencia de género que realmente nos ayude y proteja.

Nos preocupa también que, según el Estudio de Menores y Violencia de Género de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, más de un 10% de las adolescentes españolas han sido insultadas o ridiculizadas por su pareja, han sido alejadas y aisladas de sus amistades y presionadas para realizar actividades sexuales que no deseaban. La hegemonía cultural del patriarcado es abrumadora: las niñas, los niños, las personas jóvenes siguen educándose a través de películas, vídeos y canciones de marcado carácter machista y patriarcal, donde los roles de género siguen formando parte de la normalidad. El papel de la educación y de los medios de comunicación son imprescindibles para incorporar las ‘gafas moradas’ a un machismo aún demasiado naturalizado y que permea toda la sociedad.

El patriarcado usa nuestros cuerpos como fuente de ingresos. Un negocio millonario sustentado en la feminización de la pobreza y la vulnerabilidad de las mujeres que permite la esclavitud sexual y los vientres de alquiler. Desde IU exigimos el cierre de los prostíbulos y una alternativa digna para las mujeres prostituidas, cualquiera que sea su situación administrativa y de procedencia. Hay que endurecer las condenas por proxenetismo para que traficar con nuestros cuerpos no salga tan barato. Nuestra vida tiene valor y nuestros cuerpos no tienen precio.

La vida laboral también es más difícil para las mujeres: salarios más bajos, temporalidad y parcialidad, suelo pegajoso y techo de cristal… El 85% de las personas que trabajan sin contrato en nuestro país son mujeres y la frialdad de esta cifra oculta las dificultades que tienen para realizar una vida con dignidad; muestra que las mujeres son ciudadanía de segunda, algo que no podemos tolerar ni normalizar.

La posibilidad de sufrir estas violencias se dispara por cuestión de clase, raza, edad, diversidad funcional, nacionalidad, orientación sexual… Solo desde la diversidad de nuestras opresiones y reconociendo las violencias específicas que sufren las mujeres mayores, migrantes, racializadas o trans podemos acabar realmente con el machismo. ¡Queremos una sociedad libre de violencias para todas!

El avance en igualdad es lento y debemos de ser conscientes de que el retroceso puede ser vertiginoso. La situación de las mujeres afganas nos demuestra la facilidad con que se pueden recrudecer las violencias más extremas: la total pérdida de derechos de las mujeres y niñas. Desde IU denunciamos esta situación y pedimos mayor voluntad y acción a la Unión Europea para ayudar a las mujeres afganas, lo que pasa por crear corredores humanitarios para demandantes de asilo y eliminar el requisito de visado. La lucha feminista es internacionalista y por eso seguiremos apoyando las que se den en todos los lugares del mundo.

En Izquierda Unida sabemos que la dominación de clase es un impedimento para la emancipación de la mayoría de las personas y la violencia contra las mujeres lo redobla. Se utiliza como mecanismo para perpetuarlo e impedir la disidencia, y es un obstáculo para construir sociedades justas, inclusivas y sostenibles.

Es imposible que una sociedad florezca si la mitad de su población vive con miedo a ser agredida. Por eso el feminismo es un movimiento transformador que aunando luchas y perspectiva de género, ignorada en la construcción de la sociedad, seguirá en la calle, en las casas y en las instituciones denunciando y mostrando la alternativa posible. Una alternativa donde todos y todas podamos desarrollar nuestros proyectos vitales con plenitud y sin explotar a otros ni a otras.

Hoy 25N nos sentimos orgullosas de ser una pequeña parte de esa gran alianza feminista contra el patriarcado. Porque solo juntas lo haremos posible.

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