El próximo 27 de septiembre la juventud del planeta nos convoca a la primera huelga mundial por el clima. Nuestro planeta está en riesgo. Y aunque el proceso es irreversible aún estamos a tiempo de que no sea devastador si actuamos de forma urgente y con medidas de alcance. Los y las científicas del IPCC nos alertan del riesgo que supone una aumento de la temperatura media de la tierra. De la misma forma que sabemos que cada grado de fiebre en nuestros cuerpos nos hace progresivamente más vulnerables, el aumento de la temperatura del planeta tendría una equivalencia similar. Aumento del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos, sequías, pérdida de biodiversidad, desaparición de litoral y por tanto peligro objetivo de desaparición de muchas de nuestras ciudades y pueblos costeros, etc, etc. Cuantos más se eleve la fiebre, más efectos.
Y con todo este crisol de peligros otros de carácter social y político. Desplazamientos de personas sin posibilidad de retorno a sus hogares, a sus territorios de origen. Alerta alimentaria como consecuencia de las sequías y la complejidad de apartar un modelo de producción de alimentos a escala global a las necesidades de unos territorios contaminados y expoliados. Escasez de recursos como el agua que convierten determinadas zonas geográficas en campos de batalla permanente, geoestrategia para el control de los recursos disponibles…
Pero todo esto no es la consecuencia de un orden natural de las cosas, tras estos síntomas hay una enfermedad: el modo global de producción y consumo, el capitalismo. Es imprescindible asumir que sin un cambio radical del modelo económico y por tanto de nuestra relaciones sociales y en gran medida de nuestra forma de vida, se pueda atajar y paliar la emergencia climática. No es suficiente con reducir consumos, mas bien es imprescindible repensar el modelo de abajo a arriba. Producir lo que se necesita, atender a las necesidades de vida y recuperar empleos vinculados al sostenimiento humano y la producción local.
Y con esto, otros elementos de fondo. La cuestión de la propiedad y control de los recursos, los derechos, la libertad y la seguridad.
En un mundo modernizado, del 5G, esto puede parecer una ensoñación o utopía, pero ante el reto que supone el colapso climático tenemos dos opciones, movilizarnos y permitirnos construir alternativas que repartan lo disponible y aseguran vidas dignas y felices o estaremos atrapadas en discursos excluyentes que impondrán salidas reaccionarias para, en el fondo, seguir manteniendo el status quo del capitalismo.
Por eso decimos que el capitalismo no es verde. Dentro del problema, no hallaremos la solución. De la misma forma que somos conscientes de que el capitalismo es el aliado necesario para el patriarcado, también lo es para la destrucción del medio. Es imposible que un modelo cuyo cuerpo se sustenta en un proceso de acumulación ilimitada, de respuesta a las necesidades que tiene nuestro planeta.
Necesitamos ir a la raíz, y mantener con firmeza nuestra propuesta roja, verde y morada.