Este Orgullo 2025 no debe ser una fiesta vacía, ni un desfile de marcas y empresas, ni una campaña de lavados de cara. Este Orgullo es lucha, es memoria, es fuego, es resistencia. Porque nacimos para vivir con dignidad, y seguiremos gritando hasta que se respete cada vida LGTBIQA+ en cada barrio, en cada escuela, en cada centro de trabajo, en cada frontera.
Reivindicamos la paz, pero no una paz ciega ni cómplice. Reivindicamos la paz como justicia: la paz sin guerras, sin ocupaciones, sin pinkwashing. Es sencillo: queremos que se cumplan los Derechos Humanos. Mientras bombardean pueblos, destruyen vidas y silencian voces, algunos intentan ondear nuestra bandera para tapar sus crímenes. ¡No en nuestro nombre! El Orgullo es internacionalista y solidario con quienes resisten en Palestina, en el Sáhara, en todas partes. Porque sin justicia y Derechos Humanos no hay paz.
Denunciamos unas políticas migratorias inhumanas que condenan a miles a la clandestinidad, la violencia y la muerte. Las personas LGTBIQA+ que huyen de la persecución, del odio, de la violencia sexual y estatal, llegan a nuestras fronteras buscando refugio y solo encuentran muros, concertinas, racismo institucional y LGTBIfobia. Exigimos asilo para quienes aman o existen fuera de la norma, protección real, y políticas de acogida que pongan la vida en el centro. Basta de fronteras asesinas.
La precariedad nos atraviesa. Las personas trans binarias y no binarias, las migrantes, las racializadas, las que tienen pluma… seguimos siendo las últimas en la fila y las primeras en ser despedidas. Nos quieren en paro, en silencio, con miedo, sin molestar. Pero no vamos a aceptar que nos arrebaten el derecho a un futuro digno. Exigimos empleos estables, el cumplimiento de las leyes que se supone que nos protegen. Porque las TransMariBiBolleras también somos clase obrera. Porque el orgullo también se defiende en la fábrica, en la oficina, en el campo y en las colas del INEM.
Las aulas tampoco son un espacio seguro. Estudiantes LGTBIQA+ siguen siendo insultadas, golpeadas, empujadas al armario o al suicidio. Y aún hay quien quiere borrar nuestra existencia de los libros, de los temarios, de las paredes. Basta ya de acoso. Queremos educación pública, feminista y diversa, sin miedo, sin vergüenza.
Y gritamos con rabia por nuestras hermanas, hermanes y hermanos trans: las que están, las que fueron, las que vienen. Porque siguen enfrentando el desprecio, la exclusión, la violencia institucional, médica y laboral. Porque basta ya de leyes que no se cumplen, de sanidad que no atienden, de trabajos que cierran puertas. La lucha trans es el corazón del movimiento, y defenderla es una línea roja. Que lo escuchen claro: no daremos ni un paso atrás.
Nuestro Orgullo es de clase, y por eso es incómodo. No cabemos en el capitalismo, ni en el patriarcado, ni en sus campañas de colores. No queremos arcoíris sobre la sangre de nuestros compañeros, compañeras y compañeres de clase, ni discursos vacíos mientras nuestros derechos retroceden. Somos anticapitalistas, feministas, antifascistas, antirracistas. No nos vendemos. Nos organizamos. Nos defendemos. Nos cuidamos.
Este Orgullo no es decoración, es barricada, es trinchera, es grito colectivo. Porque lo que no se nombra no existe, pero lo que se grita con fuerza se conquista. Por eso, este Orgullo, salimos una vez más a la calle, con las pancartas en alto, con las historias en la piel, con la rabia convertida en ternura, con organización y con memoria ya que sin memoria no hay Orgullo. Por quienes abrieron camino. Por quienes lo caminan hoy. Por quienes aún no pueden. Porque no queremos sobrevivir: queremos vivir libres, visibles y con dignidad.