
Asistimos a una ola militarista sin precedentes en Europa. Ante una guerra en Ucrania que merecía esfuerzos políticos para alcanzar una paz, lo que vemos es una escalada bélica que nada tiene que ver con la defensa de la vida, los derechos humanos y la seguridad compartida que necesitamos y que queremos construir.
El anuncio del aumento estratosférico en defensa de 800.000 millones de euros por parte de la Comisión Europea es una barbaridad, un paso suicida hacia una escalada armamentística que solo aumenta el riesgo de guerra y detrae recursos públicos imprescindibles para nuestro desarrollo humano. Eso es la escalada bélica: no es solo el rearme, sino la naturalización de un lenguaje que lo justifique que adelanta la posibilidad de la guerra como algo asumible, justificable y hasta deseable, si atendemos el furor belicista de algunos lideres europeos.
Para sacar la guerra de un futuro posible hay que hacer camino para evitarlo, no ignorar las consecuencias de una escalada inhumana e irresponsable. Tenemos que frenar una carrera armamentística que nos lleva a una economía de guerra que aumenta las diferencias entre los países, obstaculiza la cooperación, detiene el progreso socioeconómico, cimenta la política de bloques y alimenta a la extrema derecha.
- Paz en Ucrania yaEs momento de redoblar esfuerzos para un alto el fuego inmediato en Ucrania y sentar las bases para una paz duradera. Ha habido y hay propuestas de paz. La UE debería apoyar todas las propuestas de negociación para poner fin al conflicto que ha costado un millón de muertos y heridos, según The Wall Street Journal, y establecer negociaciones para acordar una paz duradera en nuestro continente. Y hay bases para ello, empezando por un alto el fuego y llamar a una Conferencia Internacional de Paz tal y como han propuesto Brasil, China, Sudáfrica o México.
- Propuestas de seguridad común y compartidaEuropa necesita una política de seguridad y defensa propia bajo la égida del derecho internacional y las Naciones Unidas. De hecho, la OSCE, la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea se creó para eso y este año, que cumple su 50 aniversario, puede ser un buen momento para establecer una estrategia de cooperación y seguridad autónoma, sobre la base del derecho internacional y los derechos humanos como forma de resolver los conflictos. La construcción de un nuevo sistema de seguridad común y compartido sobre las bases de las siguientes premisas recogidas en la Carta de las Naciones Unidas, el acta final de Helsinki de 1975, la Carta de Paris de 1990 y el informe Olof Plame de 1982
- La renuncia al uso de la fuerza para resolver controversias o conflictos.
- Desaparición/Abandono de la OTAN y repliegue de todas las bases estadounidenses desplegadas en todo el mundo.
- El derecho de los pueblos a elegir la forma de gobierno. El derecho inherente a la soberanía y la inviolabilidad de las fronteras.
- El fomento de la cooperación y el desarme.
- El respeto a los derechos humanos y de las libertades fundamentales.
- Asegurar a todas las personas las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económico y la protección social.
- El ejercicio del poder político, económico y cultural, no como forma de dominio de unos estados sobre otros estados.
- Reducción del gasto en armamento aumentando el gasto social y la ayuda al desarroll.
- Promover un Tratado Internacional de Prohibición y Destrucción Ecológica de todo el arsenal nuclear mundial.
- Reforma democrática de las Naciones Unidas.
- No hacen falta más armasAl argumento obvio de que si se aumenta el gasto militar lo van a detraer de otras partidas desesperadamente necesitadas de incremento (educación, sanidad, I+D+i, energía sostenible o lucha contra la pobreza) añadimos que militarmente no hay ninguna necesidad: en el mundo en general y en Europa en particular, no faltan armas. De hecho, sobran.
Si Europa fuese una sola nación, sería la segunda potencia militar del planeta. Según SIPRI (Instituto internacional de Estocolmo para la investigación de la Paz) sólo entre 2019 y 2023 el Europa casi dobló las importaciones de grandes armas (+94%). El gasto militar ya se situaba en 2023 en su nivel más alto desde la caída de la Unión Soviética tras nueve años consecutivos de aumento, y las cien principales empresas bélicas ingresan ya un 14% más que en 2015. Los señores de la guerra se están forrando a costa de la escalada bélica.
- ¿A quién beneficia los 800.000 millones de gasto en defensa?Entre 2022 y 2023, el 63% de todos los pedidos de defensa de la UE se hicieron a empresas estadounidenses, según satos de la propia UE.La industria militar está muy concentrada en pocas empresas. El 80% del sector de defensa español está en manos de cinco empresas. En Estados Unidos, las 5 empresas que lideran el sector y que están entre las empresas militares más grandes del mundo, son propiedad de fondos de inversión, los mismos que tienen participaciones en las empresas militares europeas y españolas. El dinero que pretenden detraer de gasto público va a acabar en manos de los multimillonarios dueños de los fondos de inversión estadounidense. Es indecente.
Por eso, desde IU proponemos que ese 5% del PIB que los señores de la guerra exigen, se dedique a inversión social.
- Retomar la larga tradición de lucha por la pazLuchar hoy por la paz es hacerlo por un siglo XXI multipolar, en defensa de una Europa de derechos, pacífica y autónoma frente a esa nueva guerra global a la que quieren abocarnos. Luchar hoy por la paz es hacerlo por un mundo multipolar y porque el derecho internacional esté por encima de las alianzas militares.Defender la paz es también luchar por el cambio climático, al ser la industria militar un asesino climático. Baste recordar que solo la industria militar estadounidense emite más CO2 que 100 países juntos.
Por todo ello IU rechaza cualquier aumento del gasto militar, pide al Gobierno de España que encabece las propuestas de paz, rechaza el envío de tropas o armas que son gasolina para el conflicto en Ucrania y aboga, como siempre ha hecho, porque España salga de la OTAN y por la construcción desde la OSCE, de una política de seguridad común y compartida que garantice una paz duradera y justa en nuestro continente y en el mundo.
Somos muchos los que entendemos y defendemos que la seguridad no va de muros y pistolas, sino de garantizar libertades y derechos, que sabemos que seguridad es tener cubiertas las necesidades básicas y que los demás países también las tengan, que las bombas no solucionan problemas y que cada vida importa. Si algo aprendimos de la pandemia de la COVID fue precisamente que nuestra seguridad depende de que los demás también se sientan seguros.
IU llama a trabajar por la paz y a movilizarnos para defenderla. Es el momento de pasar a la ofensiva y defender la paz como el único camino.