Iniciamos un camino con esta Convocatoria por una Democracia radical, auténtica, participativa, que vaya más allá de las urnas y se exprese en la vida cotidiana, en la distribución de la riqueza, en el acceso a los derechos y en la dignidad de cada persona.
No podemos quedarnos solo en las trincheras de la resistencia: necesitamos dar un salto hacia la acción propositiva, para construir un proyecto colectivo de país que nos permita transitar del miedo a la esperanza, del individualismo al bien común, de la desigualdad a la justicia social.
Un llamamiento a la mejora de nuestra realidad
En un mundo tan interrelacionado como en el que vivimos, nuestro país no es ajeno a un contexto internacional que viene de largo, donde el tejido democrático se desgasta. La acumulación desmedida, la mercantilización de los derechos esenciales y la privatización de recursos públicos han convertido nuestra vida en un campo de lucha constante, en una batalla para asegurar lo que deberían ser derechos esenciales: la vivienda, la salud, la educación y el trabajo digno. Hemos sido testigos de cómo nuestras instituciones se han debilitado, cómo hay decisiones políticas que se alejan de nuestras necesidades y cómo los derechos conquistados se ven amenazados día a día.
Esta Convocatoria se dirige a quienes sienten la necesidad de participar, de movilizarse y de construir un futuro diferente. Por eso llamamos a todas aquellas personas comprometidas con la sociedad en la que vivimos, a las personas que sufren las injusticias y a las que sufren las injusticias ajenas como si fueran propias.
Frente al autoritarismo, proponemos una democracia política, económica y ecosocial. Este no es un llamamiento a preservar lo que tenemos, sino a soñar con algo mejor para las familias trabajadoras de nuestro país. Defendemos con orgullo los derechos sociales conquistados, y con más orgullo aún la consecución de otros derechos por conquistar. Este es un llamamiento a pasar de la pasividad a la acción, de la indiferencia a la participación.
Buscamos restaurar en toda su integridad el poder del pueblo y retomar el rumbo hacia una profundización democrática que se asiente sobre las siguientes bases:
Un reparto del trabajo, del tiempo y de los cuidados. No hay democracia posible sin igualdad. Necesitamos un modelo en el que el tiempo y los cuidados no se concentren en unas pocas, sino que sean responsabilidad de todos y todas. Proponemos la reducción de la jornada laboral y el desarrollo de un sistema estatal de Cuidados que garantice que el Estado es también corresponsable, porque cuidar es también construir país.
Unos servicios públicos universales y fuertes. La educación, la salud o la dependencia y otras necesidades básicas como el transporte no pueden ser un privilegio, son derechos esenciales que deben estar al alcance de todas las personas. Necesitamos levantarnos con la tranquilidad de llegar al trabajo o recibir atención rápida a nuestras necesidades de salud. Necesitamos instituciones públicas que sirvan al pueblo, no al mercado, y que se fortalezcan para cumplir su labor de equidad y justicia.
Derecho a la vivienda. La vivienda es un derecho humano y así un bien fundamental para la vida digna. Reivindicamos el derecho del pueblo a tener casa. Necesitamos garantizar el derecho al acceso a una vivienda digna, frenar el abuso en el precio del alquiler y sancionar la acumulación especulativa de propiedades.
Recursos estratégicos al servicio de todas y todos. En un contexto de crisis ambiental, la gestión democrática de los recursos naturales como el agua y la energía se vuelve crucial. Es fundamental que estos recursos no queden en manos privadas y se gestionen en beneficio de toda la sociedad.
Un Estado para la dignidad y la igualdad. El Estado debe ser garante de la igualdad de derechos y de una vida digna para todos, sin distinciones de género, clase, raza u orientación sexual. Esto implica también una justicia independiente y comprometida con la defensa de los derechos humanos.
Un país de acogida. España es y debe ser un país inclusivo, donde migrantes y no migrantes compartamos un proyecto común. La inmigración es una fortaleza y nos hace mejores como país. Construimos juntas una sociedad en la que debemos tener iguales derechos e iguales obligaciones. El sistema democrático necesita de la diversidad y la solidaridad para ser justo.
Construyamos, en definitiva, una amplia alianza del pueblo para un proyecto de vida en comunidad.
Nuestro compromiso es con todas aquellas personas que luchan por sus derechos y por los derechos de quienes vendrán. Esta Convocatoria apuesta por una alianza inclusiva, que sume las voces del feminismo, del ecologismo y de cada movimiento social, porque solo con una amplia unidad popular podemos construir una sociedad justa.
La vida que queremos construir es una vida en común, una vida que se vive con derechos, con seguridad humana, con tiempo para disfrutar y con los recursos necesarios para alcanzar la felicidad. Queremos que cada persona pueda disponer de su tiempo y vivir con dignidad e igualdad de acceso a los bienes comunes. Este no es solo un cambio de políticas, es un cambio de paradigma, una forma alternativa de vivir en la que nadie se queda atrás.
Hoy lanzamos esta Convocatoria por la Democracia, un proceso de largo aliento en el que la participación y la construcción colectiva serán nuestra guía. Invitamos a quienes se sientan interpelados por nuestra propuesta a que sean parte de este proceso de lucha, de construcción y de esperanza. Esto es solo el inicio, el final lo escribiremos juntas.
Apelamos a la alegría de nuestro compromiso, al orgullo del trabajo por una vida mejor, a la fraternidad en el camino de construcción de un proyecto de país digno de tal nombre. En definitiva, a construir un proyecto de vida común. Porque es posible. Porque es necesario. Porque nos va la vida en ello.