Izquierda Unida ha logrado sacar adelante esta tarde en el Congreso, a través de Toni Valero, coordinador general de IU Andalucía y diputado por Málaga en el grupo parlamentario Plurinacional, una proposición no de ley por la que esta Cámara rinde, textualmente, “homenaje a Manuel José García Caparrós, sindicalista de las Comisiones Obreras, asesinado en Málaga durante la manifestación del 4 de diciembre de 1977 por la autonomía andaluza, como ejemplo de entrega a unos ideales y a la consecución de la democracia y la libertad de su tierra”.
De la misma forma, en el texto final transado por Valero -que ha salido adelante en la Comisión de Interior por 19 votos a favor, 3 en contra y 14 abstenciones, es decir, pese al rechazo de la ultraderecha de Vox y, una vez más, la ‘puesta del perfil’ de la derecha del PP con su abstención- el Congreso insta al Gobierno a “incluir en el ámbito de aplicación de la Ley 20/2022 de Memoria Democrática casos como el de Manuel José García Caparrós, víctima de la represión por razones políticas en la histórica manifestación de 4 de diciembre de 1977 por la consecución de las libertades democráticas y del autogobierno para Andalucía y, en consecuencia, se inicien los trámites oportunos para la Declaración de Reconocimiento y Reparación personal, de acuerdo a lo establecido en el art.7 de la citada ley”.
En una sentida intervención, que coincidía además con el 49 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco, Valero apuntó que “aunque se llegue tarde, hoy es importante reconocer a Caparrós y con ello la lucha de ayer y de hoy de las capas populares por la democracia”, una lucha en la que “muchas personas sencillas y anónimas para la historia se dejaron su vida, porque precisamente hoy hay una ola reaccionaria que amenaza las libertades que ellos conquistaron”.
El coordinador general de IU Andalucía, destacó en su intervención que “es de justicia que la sede de la soberanía nacional rinda homenaje a Manuel José García Caparrós, como ejemplo de entrega a unos ideales de igualdad, libertad y justicia social para Andalucía”, al tiempo que recordó y reclamó que “es Hijo Predilecto de Andalucía y es también de justicia que sea reconocido como víctima por razones políticas al amparo de la Ley de Memoria Democrática”.
Toni Valero narró con el máximo detalle posible que le permitía su poco tiempo para explicarse que el asesinato de Caparrós “fue el en trascurso de la manifestación del 4D de 1977. Un joven puso una bandera de Andalucía en la fachada de la Diputación y, a partir de ahí, se produjeron cargas policiales y disparos. Uno de ellos le mató, el ‘gatillo fácil’ del franquismo siempre presente también en las manifestaciones pacíficas, como esa”.
“La muerte de Caparrós conmocionó a la ciudad -recordó-; se declaró el estado de excepción y su entierro fue multitudinario. Esta muerte ha quedado impune y ni siquiera hay un relato oficial sobre lo que ocurrió”.
Añadió que “nunca se han satisfecho las demandas de justicia de su familia, ni se ha desclasificado la documentación oficial. Pero la lucha de personas sencillas como Caparrós fue imprescindible para garantizar los derechos sociales y políticos en la Constitución y para que Andalucía alcanzase el autogobierno”.
En su sentido recuerdo de esta víctima durante la Transición explicó que fue “un joven malagueño de familia humilde, afiliado a las Comisiones Obreras, que salió a la calle un 4 de diciembre de 1977 a esa masiva manifestación bajo el lema ‘Libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía’. Porque al pueblo andaluz nunca se le ha regalado nada, ni las libertades, ni los servicios públicos, ni el autogobierno”.
De la misma forma, Valero razonó que en aquella manifestación “Andalucía rompió el guion de la Transición, que quería relegarla a un papel secundario en la configuración territorial de España” y destacó con vehemencia que “gracias al empuje de las calles, jugó un papel de vanguardia en el diseño del nuevo Estado autonómico, porque el plan era federalizar el norte y regionalizar el sur. Pero el pueblo andaluz consiguió que Andalucía se reafirmara como nacionalidad histórica, junto a Galicia, Cataluña y Euskadi”.
El diputado y dirigente andaluz de Izquierda Unida había comenzado su intervención indicando con meridiana claridad a sus interlocutores de otras formaciones que “el relato oficial de la Transición nos dice que fue pacífica, obra del consensos, de pactos y de grandes hombres que tomaron decisiones clarividentes”, pero la realidad es que “es un relato que juega perfectamente el papel de ‘mito fundacional’ de la democracia. Es una visión distorsionada para cimentar en el imaginario colectivo una serie de falsedades que promuevan una actitud acomodaticia y acrítica”.
El ‘mito fundacional’ de la democracia
Denunció que ese mito “se trasmite cada día a jóvenes generaciones, como bien revela una investigación del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales”, mientras “en los libros de texto de la Enseñanza Secundaria no aparecen las luchas vecinales, ni las huelgas, las reivindicaciones de presos ni las mujeres durante la transición”.
“Sin embargo, fue el empuje popular el que obligó a llegar a consensos a unas élites franquistas reacias a la apertura. Supuso el segundo proceso democratizador del país tras la II República”, apostilló.
Indicó también que la violencia franquista “fue vencida por la esperanza y el compromiso de muchas personas humildes y anónimas que se organizaron en asociaciones de vecinos, sindicatos, partidos políticos de izquierda clandestinos, y que en muchos casos fueron encarcelados, torturados y asesinados por ello”.
Estas personas “eran los ‘enemigos de la patria’ para la Policía y para algunos grupos terroristas de ultraderecha como el Batallón Vasco Español, Alianza Apostólica Anticomunista, Fuerza Nueva o Guerrilleros de Cristo Rey”.
Incidió en que ese relato “sobre la ‘pacífica’ Transición es parte de ese ‘mito fundacional’ de la actual democracia, en la que no se depuraron los aparatos represivos del franquismo”.
Y, por si no se había entendido, puso los ejemplos de que “buena muestra de ello fue la impunidad y condecoraciones con las que vivió el torturador ‘Billy el niño’ (el policía Juan Antonio González Pacheco) hasta su muerte; muestra de ello es que sigue habiendo un Estado profundo heredero del franquismo, que interviene desde la judicatura y otros aparatos del Estado, o también que haya sentencias como la de ‘Los 6 de Zaragoza’”.