En Catalunya hay una oportunidad histórica para iniciar una nueva etapa que deje atrás la parálisis del llamado «procés» e inicie un nuevo camino de avances sociales. En esta tarea histórica, el voto decisivo será el de Comuns-Sumar, el que, como en las pasadas elecciones generales, garantizará un gobierno de izquierdas. Como los compañeros y las compañeras de EUCat, «instamos a todas las fuerzas progresistas a realizar los máximos esfuerzos en esta dirección para lograr un gobierno que dé esperanzas a la mayoría social haciendo políticas que atiendan a sus necesidades e intereses».
Cuando el Gobierno de coalición apostó por la convivencia y propuso la ley de amnistía para pasar página, las derechas, los medios de comunicación y una parte de la judicatura anunciaron el apocalipsis en general y la ruptura de España en particular. Sin embargo, ayer una inmensa mayoría de la sociedad catalana apoyó con su voto a opciones que, de una forma u otra, apoyan la ley de amnistía. A pesar de los insultos y las sobreactuaciones de las derechas, tanto en Catalunya como en el resto del país hay una mayoría alejada del ruido politiquero. El Gobierno de coalición tiene que tomar nota: debe ser valiente haciendo caso omiso a las respuestas del bloque reaccionario.
Sin embargo, estas elecciones también arrojan malas noticias. Por un lado, los resultados electorales evidencian una derechización de la sociedad catalana, que se ha traducido en una derechización del Parlament e incluso en una derechización dentro del bloque independentista. Pere Aragonès ya ha anunciado su retirada, pero no parece que Pugidemont vaya a cumplir su promesa de abandonar la política si no es President. En cualquier caso, el «gen convergente» ha resucitado para redirigir la propuesta independentista hacia posiciones elitistas más tradicionales. El protagonismo del corrupto Jordi Pujol durante el cierre de campaña para pedir el voto a Junts es algo más que un apoyo puntual.
Por otra parte, saludamos el cordón democrático a Aliança Catalana, pero no basta con un dique de contención institucional: hay que poner pie en pared contra los discursos reaccionarios de todo tipo y en todos los ámbitos. La tarea de fondo del Gobierno progresista y federalista será frenar esta derechización, que es una dinámica europea e internacional, a través de avances sociales: más democracia, más derechos, más libertad. Demostrar que votar es útil y la democracia sirve para que nuestras condiciones de vida mejoren. La sociedad, en todas las partes del Estado, sufre «cansancio democrático». De lo que se trata es de traducir esa fatiga en avances, esta es la única manera de que no enquiste y se dirija hacia posiciones reaccionarias.
Ahora toca pensar en clave europea. En las elecciones del 9 de junio nos jugaremos algo más que la correlación de fuerzas en las instituciones europeas. Una posible alianza de gobierno entre las derechas y las extremas derechas acabaría con los consensos democráticos de posguerra más básicos. Durante estas semanas necesitamos reforzar la izquierda firme, seria y útil que representamos. Frente al falso dilema entre el retroceso reaccionario y la defensa del «statu quo» que nos plantean las élites europeas, desde Izquierda Unida y Sumar apostamos por un avance transformador hacia una Europa que proteja a sus pueblos y cuide a su gente.