El genocidio que el régimen israelí está llevando a cabo contra la población palestina de Gaza no tiene precedentes. Desde el 7 de octubre la agresión sionista se ha cobrado la vida de al menos 30.000 personas, una cifra artificial pues en esos datos no se contabiliza a las decenas de miles de víctimas que continúan desaparecidas, bajo los escombros o que padecen desnutrición, enfermedades y epidemias.
Se calcula que hasta el 90% de la población de la Franja de Gaza ha sido desplazada forzosamente de su hogar. El bombardeo masivo de Israel contra la infraestructura civil -incluyendo hospitales y escuelas- ha hecho que Gaza sea un ‘territorio inhabitable’, según las propias Naciones Unidas. A día de hoy, 2,3 millones de personas sobreviven sin apenas acceso a alimentos y medicinas, ya que el régimen israelí ha incrementado dramáticamente el bloqueo al que ya sometía a Gaza desde 2006.
Esta agresión solo puede entenderse como un capítulo más en la política expansionista israelí, que busca vaciar Palestina de su población autóctona para poder seguir ampliando su proyecto colonial. En estos meses, las fuerzas de ocupación israelíes también han aumentado su violencia en Cisjordania y en los territorios ocupados, con más de 10.000 detenciones y, al menos, 410 asesinatos.
Israel trata de justificar su genocidio con una campaña de revisionismo histórico y de propaganda que deshumaniza a la población palestina, profundizando en una ocupación declarada ilegal reiteradamente por el Derecho Internacional, pero que ha continuado imparable.
Dentro de esta campaña, el sionismo ha atacado a la UNRWA por ser la columna vertebral de la escasa ayuda humanitaria que reciben los refugiados palestinos. Las acusaciones sin pruebas buscan asfixiar a una agencia cuyo trabajo es insustituible. La UNRWA cumple, además, una función indispensable: gestionar el censo de refugiados palestinos, casi seis millones de personas. Este es un censo necesario para poder hacer efectivo el Derecho al Retorno del Pueblo Palestino aprobado por la ONU (Resolución 194/1948) pero que Israel sigue negando.
El régimen israelí constituye una amenaza no solo para Palestina, sino para la paz y la estabilidad de todo Oriente Medio. Además del genocidio contra Palestina, Israel y EE.UU han bombardeado en estos cinco meses Irak, Yemen, Líbano y Siria, y realizado maniobras militares en la región y en el Mar Rojo. Además, en estos dos últimos países Israel también ocupa ilegalmente parte de su territorio.
La propia Corte Internacional de Justicia (CIJ), a instancias del Gobierno de Sudáfrica, adoptó a finales de enero pasado medidas cautelares para frenar el genocidio israelí en Gaza. Un mes después de esta decisión, ha quedado constatado que Israel mantiene esa acción genocida y sigue vulnerando con total impunidad el Derecho Internacional, amparándose en la protección de EE.UU.
Washington es patrocinador indispensable del genocidio israelí. Su apoyo militar y diplomático, con el veto de hasta tres iniciativas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para llamar a un ‘alto el fuego inmediato’, es el que permite al sionismo continuar con su limpieza étnica en Gaza.
La Unión Europea (UE), por su parte, mantiene una complicidad con el genocidio cada vez más cuestionada por los propios pueblos europeos. La política de la UE vuelve a poner de manifiesto su sumisión al imperialismo estadounidense.
En el caso del Gobierno de España, las posiciones adoptadas siguen siendo manifiestamente insuficientes, aunque la movilización popular está consiguiendo que se adopten gestos que avanzan en la dirección correcta como el mantenimiento e, incluso, aumento de la financiación de la UNRWA, presupuestaria extraordinaria a la Corte Penal Internacional (CPI), no participar en la misión militar en el Mar Rojo o el llamamiento para que la UE tome medidas más contundentes.
Todos los avances que se consiguen son consecuencia del imparable movimiento de solidaridad internacional, que ha tomado forma en todo el mundo y se manifiesta de manera masiva contra el genocidio y sus cómplices. Esta presión es la que logra que, progresivamente, el relato israelí esté cada vez más desacreditado.
Tomando en consideración todo esto, desde Izquierda Unida:
- Volvemos a manifestar nuestro apoyo total al pueblo palestino y su derecho a existir y a resistir.
- Llamamos con urgencia a un alto el fuego inmediato, incondicional y permanente.
- Condenamos el genocidio israelí y llamamos a apoyar las iniciativas ante la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional para que los genocidas y sus cómplices paguen por sus crímenes.
- Saludamos el digno papel que están jugando gobiernos como Sudáfrica, Argelia, Colombia o Cuba, que impulsan medidas de presión eficaces contra Israel.
- Llamamos al Gobierno español a romper relaciones diplomáticas, comerciales y políticas con Israel; a establecer un embargo a la compra y venta de armas, así como a apoyar las iniciativas contra Israel en la CIJ y la CPI, e impulsar sanciones a nivel europeo.
- Exigimos que la Unión Europea rompa el Acuerdo de Asociación preferente con Israel, excluya a este país de todos los programas de financiación europea y presione por todos los medios para que pare el genocidio.
- Mostramos nuestra solidaridad y apoyo a la UNRWA por su trabajo insustituible y llamamos a apoyarla activamente para hacer frente a esta campaña de persecución.
- Llamamos a continuar incrementando la movilización popular por ser la mejor herramienta de solidaridad entre pueblos y de presión hacia los gobiernos. Trabajaremos con vocación unitaria para reforzar estas movilizaciones en todos los niveles.
La causa palestina es la causa de la humanidad.
¡Viva Palestina libre!