La Huelga General del sindicato autodenominado “Solidaridad” ha sido un absoluto fracaso. Sencillamente no ha existido, en ningún sector productivo del conjunto del Estado.
En ningún centro de trabajo de nuestro país ha tenido incidencia lo que podemos calificar como una huelga fantasma. Las administraciones públicas han funcionado con absoluta normalidad, al igual que la industria y el sector servicios y, por supuesto, todo el sector del transporte que no ha tenido que cancelar ni un solo trayecto ya sea por aire, mar o tierra. Llama la atención que el sector de la logística, incluidos los transportistas, ha funcionado con absoluta normalidad.
El consumo de energía, que es el referente más fiable para evaluar este tipo de convocatorias, ha sido inclusive mayor que en otros días laborables. En concreto en un viernes de pre-navidad normal estaba previsto un consumo de 30.208MW, y el consumo real ha sido de 30.336MW (datos de las 15h). Es decir, superior incluso a la previsión habitual.
Por establecer un dato comparativo, en la huelga general contra las políticas de recortes del Gobierno de Aznar, la caída del consumo eléctrico al mediodía fue del 19,8%.
Tan solo un minúsculo grupo de personas, asalariadas de Vox, han intentado increpar a las personas que asistían a las sedes del PSOE o de CCOO de Cornellá.
Desde Izquierda Unida queremos reseñar también el fracaso de la estrategia del Partido Popular, que ha alentado durante toda la semana la convocatoria de huelga; incluso con resoluciones de servicios mínimos, en las administraciones autonómicas donde gobiernan, que parecían más panfletos de información de la huelga que resoluciones administrativas al uso.
La gravedad de utilizar un derecho constitucional con este uso y resultado ofende al movimiento sindical de clase y a las personas trabajadoras, que saben que la convocatoria de huelgas generales solo debe hacerse en casos extremos y buscando la mejora de las condiciones laborales y derechos de la gran mayoría social.
La ridiculización a la que ha sometido el sindicato de Vox con el apoyo del Partido Popular, de uno de los derechos fundamentales de nuestra carta magna, sitúa a estos partidos al margen de las normas democráticas con la que nos hemos dotado para la convivencia en nuestro país.