No ha sido fácil, pero hoy es un día histórico porque las propuestas que hace no mucho tiempo defendíamos en solitario desde Sumar han sido apoyadas por una mayoría amplia que sostendrá un nuevo Gobierno de coalición progresista. Hoy no culmina el esfuerzo que la ciudadanía de izquierdas hizo para frenar la amenaza reaccionaria el pasado 23 de julio, sino que es el principio de un nuevo impulso desde el Gobierno y la sociedad civil para avanzar hacia un país más justo, más democrático y más igualitario.
El Congreso acaba de respaldar la investidura de Pedro Sánchez y la conformación de un nuevo Ejecutivo de coalición progresista con 179 votos a favor, una de las mayorías más amplias desde 1977. Es una buena noticia porque gana el país de los derechos y de la convivencia, y pierden las derechas y su odio.
Gana el país de los derechos porque el nuevo Gobierno de coalición progresista va a seguir mejorando la vida de la gente con la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, subiendo el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o reforzando la sanidad pública para reducir las listas de espera. Las personas con menos recursos contarán con ayudas para el alquiler, el transporte público o el estudio. Esto es avanzar hacia la igualdad real de toda la ciudadanía: recortar privilegios y extender derechos.
Gana el país de la convivencia porque se tienden puentes entre las distintas sensibilidades que conforman una de las riquezas de nuestro país: la diversidad territorial, cultural y plurinacional. No solo avanzamos hacia la normalización de la relación de Cataluña con el Estado, también afrontamos la oportunidad para lograr un reequilibrio territorial en todo el país en la clave federal y municipalista que siempre hemos defendido desde Izquierda Unida.
Pierden las derechas porque todo el país ha visto su absoluta falta de propuestas para solucionar los problemas reales de la ciudadanía. Con su crispación nacionalista pretenden ocultar que con su programa la luz se pagaría más cara y las pensiones se cobrarían más baratas. La estrategia de radicalización impuesta por Vox al PP ha sido derrotada. Y pierde el odio porque quienes llevan semanas gritando soflamas golpistas ya son parte de lo peor de nuestra historia. El disenso es bienvenido, pero siempre desde el reconocimiento democrático. Confiamos en que el nuevo Gobierno de coalición acabará convenciendo a las personas que hoy están en posiciones legítimamente dudosas o críticas.
Desde Izquierda Unida volcaremos nuestro capital político, institucional y social para que ese Ejecutivo de coalición progresista esté a la altura de los retos que demanda el país.