Una de las instituciones culturales de Madrid con más raigambre popular es la Feria del Libro.
En 1933 libreros y editores de Madrid instalaron unas casetas en el paseo de Recoletos como parte de la Semana Cervantina, del 23 al 29 de abril. Allí, los escritores del momento fueron tomando la palabra ante el micrófono situado frente a la iglesia de San Pascual Bailón, para que la gente los escuchase por unos altavoces colocados sobre las casetas.
En mayo de 1936 se organiza ya con apoyo institucional, pero su realización fue interrumpida por el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y la posterior Guerra Civil.
En 1944 se vuelve a instalar en el mismo espacio (denominado entonces Paseo de Calvo Sotelo) con el nombre de Feria Nacional del Libro.
En 1967 se traslada al Paseo de Coches del parque del Retiro y toma el nombre de Feria del Libro de Madrid.
Durante todo este tiempo las madrileñas y los madrileños, junto con visitantes de todas partes, han curioseado entre las casetas en busca de libros que leer, conocer quienes los escriben y, si es el caso, llevarse un ejemplar firmado.
Después del paréntesis de la pandemia provocada por la COVID-19, con nueva directora, algunas cosas han cambiado y parece que no para bien.
El cambio en el reglamento de la feria, en lugar de los 25 “títulos vivos” (los que se pueden comprar) exigidos el año anterior, pide ahora un mínimo de 80.
Esto envía a una ‘zona común’ a las editoriales pequeñas y hace muy difícil incluso contar con una caseta compartida, como sí pudieron hacerlo en la edición de 2022, en la que se aliaron varias editoriales para exponer juntas.
Es lamentable que una institución tan potente como Feria del Libro de Madrid no ofrezca facilidades al sector tan golpeado por la crisis y no dé cabida a propuestas independientes y que, en muchos casos, están primando la calidad editorial al triunfo económico.
Pero, por lo que parece por las declaraciones de la Directora de la Feria, se trata de atraer al público por la presencia de “celebrities” ajenas al sector del libro y antes que por una completa oferta donde estén representadas todas las tendencias y propuestas.
El Ayuntamiento de Madrid, que otorga honores a Ana Rosa Quintana y se lo niega a Almudena Grandes, parece tener fiel reflejo en el equipo de dirige la Feria del Libro.