El portavoz parlamentario de Izquierda Unida, Enrique Santiago, ha mostrado esta tarde su “preocupación y sorpresa” por “la falta de propuestas de solución diplomática desde la Unión Europea (UE) y desde otros ámbitos multilaterales” para poner fin a la guerra de Ucrania.
“Llama la atención -añadió- que los principales esfuerzos de mediación se hayan debido a países externos a la Unión Europea, como China, Turquía y, sobre todo, distintos gobiernos de América Latina”.
Santiago ha hecho estas reflexiones al inaugurar la jornada ‘Iniciativas para la paz en Europa’ que Izquierda Unida ha organizado hoy en el Congreso, en la que ha compartido su intervención en el panel ‘Cómo avanzar en una salida diplomática a la guerra en Ucrania’ junto a ponentes tan reconocidos como Federico Mayor Zaragoza, de la Fundación Cultura de Paz; Tica Font, del Centre Delás; Anna Kolotova, secretaria general del Grupo de la Izquierda en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa; y Joan Garcés, abogado y profesor de Relaciones Internacionales.
El también secretario general del PCE apuntó que “la guerra desencadenada por la invasión de Rusia a Ucrania provoca una situación muy compleja”, que “supone también una amenaza muy seria para la paz mundial” en la que “estamos reviviendo situaciones propias de la guerra fría”.
A la hora de la capacidad de mediación, apuntó que “sorprende” que instituciones como la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea “que nació precisamente para articular todos los procesos de desescalamiento de la guerra fría, esté prácticamente desaparecida”, así como “la intervención muy parcial de Naciones Unidas, que se limita apenas a medidas de acercamiento y humanitarias puntuales, pero sin llegar a articular una propuesta global que pueda abrir un proceso de paz”.
Enrique Santiago avisó también que esta guerra “está tragando innumerables recursos económicos en un momento en el que en Europa la acción que, al menos, estaba haciendo el Gobierno de coalición de España estaba demostrando que hay formas eficaces de garantizar la redistribución de la riqueza invirtiendo en desarrollo social. La escalada militar en la que estamos obliga a dedicar innumerables gastos a recursos militares que solo benefician a la industria armamentística”.
Extendió su “preocupación” al hecho de que “los gobiernos progresistas de Europa puedan dejar de hacer una buena acción de gobierno de redistribución de la riqueza, de garantía de derechos y, cuanto más dure la guerra, más difícil será que haya más gobiernos progresistas. La guerra supone una negación de derechos y un auge de ideas autoritarias”.
Señaló que la visión de la guerra que se tiene en Europa “es de una tremenda simplicidad”, mientras que es “absolutamente radical en algunos países de América Latina”, desde donde “se formulan propuestas cuando se abren estos debates, como en el caso de México, Colombia o Brasil, donde hay una propuesta muy concreta del presidente Lula. Incluso hemos visto cómo ha habido una negativa absoluta al envío de armas, como en el caso de Colombia”.
El portavoz parlamentario de IU destacó que cuando empezó la guerra “hasta finales de marzo del año pasado, hubo hasta seis o siete rondas de conversaciones entre Rusia y Ucrania, donde se formularon propuestas muy concretas. En una de ellas, hasta se anunció por parte de Turquía que había habido una aceptación de hasta seis puntos por ambas partes”.
Analizó este hecho y recordó que entre estas medidas “además de intercambios humanitarios, había puntos tan importantes como que Ucrania renunciaba a alianzas militares y a mantener bases de la OTAN, a no entrar en la Alianza Atlántica asumiendo un estatuto de neutralidad”. Se aceptaba también que “los países del Consejo de Seguridad, más Turquía, Alemania, Canadá, Polonia e Israel fueran garantes de la seguridad de Ucrania” y “se definía un determinado estatus para el Donbás y Crimea, que acabaría de definirse en 15 años”, además de contemplarse “el ingreso de Ucrania en la UE y, por supuesto, se establecía un cese del fuego y un referéndum que ratificara estos acuerdos”.
“Pero de pronto -dijo-, esta propuesta, después de ser aceptada por Ucrania como una base sólida para empezar a trabajar, desapareció de la escena política”, mientras que, en paralelo, “han sido innumerables los acuerdos”, incluso hasta el pasado sábado, en la Pascua Ortodoxa, “hasta llegar al 35 o 36 intercambios de prisioneros entre Rusia y Ucrania, entre quienes hay un contacto permanente para medidas humanitarias”.
Llegados a este punto, Santiago recordó haber leído en revistas especializadas que “cuando sorprendentemente desapareció esa propuesta de los seis puntos aceptada por ambas partes es porque había habido una negativa absoluta del Reino Unido a que avanzara, lo que no deja de ser una injerencia”.
Señaló también que “hemos visto que cuando se ha formulado la propuesta de China ha sido descalificada inmediatamente”, por ejemplo, “por portavoces de la Unión Europea, como la propia presidenta Ursula von der Leyen o el Ministerio de Exteriores español, sin ir más lejos, que dijeron que era una propuesta que carecía de rigurosidad”.
Enrique Santiago analizó que en la propuesta china tres de sus doce puntos “son básicos para avanzar en este contexto: el reconocimiento de la soberanía y a su integridad territorial a todos los países, es decir el respeto absoluto del Derecho internacional y partir de la premisa de que la invasión de Ucrania es una ilegalidad, pero también pone sobre la mesa contemplar las legítimas preocupaciones por su seguridad de todos los pueblos”.
Recordó que en el debate que hubo el otro día en el Congreso con la comparecencia de Pedro Sánchez “hubo afirmaciones como que tan peligroso era para la paz mundial la invasión de Ucrania como la permanente expansión de la OTAN hacia el Este. Son dos factores que no pueden verse de forma aislada”.
Analizó que “la Unión Europea ha matizado su posición” pero, mientras tanto, destacados dirigentes como el presidente brasileño Lula da Silva “que representa un peso importante entre los nuevos países emergentes y del liderazgo de los países de más grande América del Sur, formula una propuesta y la necesidad de constituir un grupo de países amigos para impulsarla”.
Al tiempo, “seguimos sin oír por parte de la Unión Europea más alternativas concretas que aceptar los 10 puntos del plan de paz Zelensky”. Sobre el mismo, aseguró que “yo no voy a descalificar ningún plan de paz, pero sí que digo que no parece la mejor forma de dar viabilidad a un proceso de conversaciones que poner sobre la mesa la propuesta de una de las partes beligerantes”.
“Es obvio que para iniciar un proceso de conversaciones hay que recurrir a mediaciones, sin descartar que en esos procesos los puntos de cada una de las partes se sitúen en la mesa de conversaciones”, señaló.
A su juicio, “a veces da la impresión también de que se nos pretende convencer en esta escalada armamentística que la victoria militar es posible. Nuestra impresión es que en este conflicto no hay muchas posibilidades de una victoria militar. Hacer creer que es posible vencer a una potencia nuclear sin desencadenar un conflicto de enormes dimensiones pues no parece algo muy real”.
Santiago concluyó que “no cabe otra alternativa que iniciar de inmediato un proceso serio de responsabilidades, descargándonos de posiciones apriorísticas e intentando que las organizaciones multilaterales jueguen el papel que tienen que jugar”.
Eso significa que “el mundo no puede volver a ser un mundo unipolar, mucho menos después de haber abrazado la posibilidad de la multipolaridad con la desaparición de la guerra fría; 25 años después no podemos estar reviviendo la guerra fría incluso con los mismos actores”.
Pese a todo, se mostró optimista porque “afortunadamente, hay países que están impulsando propuestas de paz que deben ser escuchadas y atendidas” y “hay que salir de este discurso negacionista de la viabilidad de la paz en el que está ahora sumergida la Unión Europea”, debido principalmente a que “está absolutamente supeditada a los intereses de los EE.UU, que ni mucho menos son los intereses europeos”.