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Responsabilidad compartida: salud y atención primaria para todas, todos y todes

Y mientras la pandemia lo copaba todo, el resto de enfermedades y otras pandemias seguían aquí.

Se han cumplido 40 años desde el diagnóstico del primer caso de SIDA. Durante estos 40 años se han diagnosticado 80 millones de casos de VIH en el mundo y han fallecido 32,7 millones de personas a causa de enfermedades relacionadas.

Se calcula que en el Estado español cerca de 200.000 personas adquirieron el VIH desde entonces, de las cuales alrededor de 60.000 han muerto. La cifra de contagios anuales que se iba reduciendo año tras año se ha estancado en torno a los 4.000 nuevos casos en los últimos tiempos.

Con estos datos, tenemos que seguir trabajando para alcanzar los compromisos marcados por ONUSIDA para 2025. Se debe avanzar en la consecución de los objetivos y en el desarrollo del Pacto Social por la No Discriminación y la Igualdad de Trato asociada al VIH, aprobado en 2018.

La responsabilidad compartida nos interpela a todos, todas y todes en la erradicación de esta pandemia, para que no se produzca ninguna nueva infección por VIH, no exista la discriminación y nadie muera por SIDA.

Responsabilidad de los poderes públicos para que toda persona tenga acceso al sistema público de salud, a partir del refuerzo de la atención primaria para garantizar la calidad en el servicio, dotándola de los recursos humanos,  económicos y técnicos necesarios, asegurando la detección temprana y garantizando el acceso a los tratamientos si así se requiere.

Responsabilidad colectiva para la no discriminación ni estigmatización de las personas con VIH, acceso a información, educación y pedagogía, acompañamiento y cuidados de las personas durante todo el proceso, con ayuda especializada. Erradicar también la serofobia de todos los ámbitos: familiar, social y laboral.

Responsabilidad individual para cuidarse y protegerse, pero también para cuidar y proteger al resto, utilización de métodos profilácticos para mantener una vida sexual plena y segura, y realizando pruebas de detección regularmente.

Por primera vez desde hace años se abre una ventana de esperanza en el avance médico hacia el principio del fin de esta pandemia. Como no podría ser de otra manera, viene de la mano de las vacunas, que ya se prueban con personas voluntarias en multitud de centros sanitarios a lo largo de los territorios. Esto pone de manifiesto, una vez más, la importancia de la investigación y de un Sistema Público de salud con recursos y financiación suficientes. Por supuesto, una vez que esta vacuna sea una realidad no puede permitirse que su acceso se rija por las leyes del mercado, sino que ha de estar disponible para toda la población, sobre todo para aquellos países y zonas concretas donde sea más necesaria.

Como siempre, vaya nuestro especial reconocimiento y agradecimiento a las cuidadoras por excelencia, el personal sanitario y socio-sanitario, sectores mayoritariamente feminizados que con su esfuerzo y dedicación consiguen minimizar el impacto de los recortes y la falta de recursos del propio sistema.

Contra el estigma, educación. Frente a la desigualdad, solidaridad de clase. Para erradicar la pandemia del VIH, I+D+i y sanidad pública.

Salud y vidas dignas para todas, todos, todes.

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