La campaña anual, que se celebra del 16 al 22 de septiembre de cada año, está organizada por la Dirección General de Movilidad y Transporte de la Comisión Europea y busca mejorar la calidad de vida mediante la promoción de la movilidad limpia y el transporte urbano sostenible. La campaña de este año pone el foco en la «Por tu salud, muévete de forma sostenible«.
El Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) en España, son quienes coordinan las actuaciones de los diferentes ayuntamientos adheridos. Cada ciudad que participa está obligada a limitar el tráfico en una zona determinada y a proporcionar ventajas para los medios de transporte alternativos (peatones, ciclistas y transporte colectivo).
El objetivo principal de este tipo de celebraciones es la auto-reflexión, es decir, la reflexión individual y colectiva sobre el uso del automóvil en la ciudad. Se trata por tanto de una propuesta pedagógica en el campo de la educación cívica y ambiental, cuyo propósito no puede ser otro que modificar la cultura del automóvil imperante.
Los argumentos para un cambio significativo en la movilidad que reduzca el uso de los motores a combustión son muchos y variados. Por centrarnos en el lema de este año. Según la revista médica Preventive Medicine, y para el caso de Barcelona ciudad, una reducción del 40% en los viajes en coche, sustituyéndolos por viajes en transporte público y en bicicleta, se traduce en un descenso anual de 127 casos de diabetes, 45 de enfermedades cardiovasculares, 30 de demencia, 16 heridos leves, 14 lesiones graves, 11 de cáncer de mama y 3 de cáncer de colon.
El transporte urbano es uno de los más importantes sectores de emisión de gases efecto invernadero, además de otros tóxicos para la salud humana (monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (Nox), hidrocarburos no quemados (HC), compuestos de plomo, etc.)
Pero son muchas las razones para renunciar a la irracionalidad de un modelo antieconómico, profundamente segregador, peligroso e ineficiente.
En cualquier caso, estas iniciativas deben acompañarse por cambios reales de las ideas dominantes en materia de movilidad que terminen con el abuso del vehículo privado. No es de recibo hacer llamamientos a la conciencia de la gente sin simultanearlos con actuaciones que realmente restrinjan el tráfico de automóviles y estimulen los medios alternativos los restantes 364 días del año. La credibilidad de las jornadas sin coche y del discurso institucional que las soporta depende de que sean visibles los pasos de las distintas administraciones en esa dirección. Nuevo reparto del espacio urbano que priorice los desplazamientos a pie, la bicicleta y el transporte público colectivo, y actuaciones de disuasión y restricción del vehículo automóvil privado.
Por eso es fundamental que estas actuaciones se enmarquen en unas políticas de transformación urbana más amplia. Una movilidad racional es, en cualquier caso, un elemento más para construir una ciudad socialmente equilibrada. Olvidar la segregación social del espacio urbano, el encarecimiento de los alquileres que expulsa las capas populares de los barrios con mayor calidad urbanística y aleja a familias y trabajadores de sus lugares de estudio o trabajo, o recordar la dependencia del transporte público colectivo a la que están sujetas las clases populares urbanas. Porque si no se abordan estos aspectos en su conjunto, dejaría las posibles actuaciones urbanas en materia de movilidad en un mero maquillaje. Si estas no van acompañadas de actuaciones profundas, por ejemplo, en el acceso a una vivienda digna, complementarias de una visión integral de la transformación social, la nueva movilidad propuesta no sería capaz de transformar significativamente ni siquiera el propio modelo de movilidad privada irracional de la ciudad mercantilizada.